El melódico acento de la indiferencia
se le había prendido a los talones.
Perdida
en la dimensión del olvido
lo encontró
donde abandonaba al prójimo
con trastos de mirada muerta,
le vió en los ojos
pedazos de golondrina y felpa.
Estaba ahí
entre los escombros
quebrado y sucio
daba mordiscos
ínfimos
irreversibles
hasta que dejó de respirar.
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